27 de noviembre de 2009

Siento que hace años no paso por aquí, y en realidad no creo que importe. Tantas cosas han pasado últimamente y vaya que tengo mi mundo de cabeza en estos momentos.







Me desperté con el sonido del teléfono; sí, como todos los días, ese espantoso sonido del despertador que lo único que logra es sacarme de mi mundo de sueños, y por supuesto siempre con esa horrible sensación de letargo que me invadía, puede que sencillamente estuviese en la cama adormecida, enredada entre las sábanas, pensando alguna cosa.. En fin, estábamos con lo del despertador; hice lo que día con día hago con mi teléfono, agarrarlo y aplanar cualquier tecla debido a mis ojos más cerrados que abiertos y esperar a que termine aquel sonido espantoso que indica despertar. Generalmente prefiero seguir soñando a estar despierta. Me levanté, tomé una ducha, me arreglé tratando de lucir más viva de lo que realmente me sentía. Durante el camino estuve pensando en lo que lo haría ese día. Me encontré con él, tomó un café, enciendió sus cigarrillos y me miró fijamente. Mi chocolate estaba caliente, vaya que me sentía más viva de lo que me veía en ese momento.